miércoles, marzo 07, 2007
García Márquez, el gran observador

Gabito cumple esta semana 80 años de vida. Toda una edad, toda una vida dedicada a la escritura y a bromear con los grandes amigos. Dicen que ya no escribe, que se sienta cada mañana en su cama a releer los grandes autores que no ojeaba desde su juventud. Me lo imagino sorprendiéndose en cada frase de Las mil y una noches como lo hizo cuando era un niño hablador.
Gabriel García Márquez es el gran nobel de nuestra era, de él dicen que es el más popular de los escritores que han tenido que soportar el espanto de la llamada sueca y posterior discurso de coronación. En el Caribe creemos que es el fruto de nuestra cultura, alguien que escribe bien pero que ha tenido en la realidad del Caribe colombiano una inagotable fuente de historias. Las conocía, las recreaba, añadía aspectos que las hicieran reales y las transmitía, he ahí la gran virtud de Gabo.
Gabriel García Márquez es el gran nobel de nuestra era, de él dicen que es el más popular de los escritores que han tenido que soportar el espanto de la llamada sueca y posterior discurso de coronación. En el Caribe creemos que es el fruto de nuestra cultura, alguien que escribe bien pero que ha tenido en la realidad del Caribe colombiano una inagotable fuente de historias. Las conocía, las recreaba, añadía aspectos que las hicieran reales y las transmitía, he ahí la gran virtud de Gabo.
Un ejemplo de lo viva que era la relación entre las historias y lo que él escribía fue una anécdota de cuando vivía en Bogotá, justo antes de la revuelta por la muerte de J.E. Gaitán. Explicó un día Gabito que una noche de juerga eterna se subió con los amigos a uno de los tranvías que antaño recorrían la capital colombiana. Sus amigos fueron bajando cuando les llegaba la parada correspondiente. Quedó solo, casi al albor de la noche, en medio de un convoy semivacío cuando vio subir a un fauno con su medio cuerpo humano, tez rojiza, pezuñas y piernas de caballo, con cuernos y ojos inyectados en sangre, pero meláncolicos. Lo acompañaba un maletín de ejecutivo negro y que se apreciaba pesado. Lo vio subir, sentarse agotado, esperar a que llegara su destino y bajar. Siempre lo cuenta con el asombro de la primera noche. Su primer fauno real.
Poco después él mismo sería protagonista de una de las historias propias del realismo mágico. En una epoca de su vida compartió habitación con
Ejemplos como estos demuestran que la principal virtud del escritor y periodista de Aracataca era la de reconstruir las historias del caribe. Esto, unido a una mano prodigiosa y un método digno de alquimista, han hecho de García Márquez una de las personas más leídas de nuestro tiempo.
El homenaje que se le celebra en Cartagena de Indias en el marco del
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