miércoles, marzo 14, 2007

Nadie es una isla, todos estamos unidos


Decía el poeta mexicano Jaime Sabines que a los muertos los deberían dejar al aire libre, en una casona con mucha luz y ventilación, además de agua corriente. Sabines afirmaba que la costumbre de enterrar a los muertos era salvaje, que si no los atábamos a la tierra con paletadas de tierra como diciendo “ahí te quedas, de aquí ya no sales” sino que por el contrario los sentábamos en mesedoras de mimbre a tomar el fresco, por lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.

La muerte mantiene escrupulosamente su no-relación con el ser humano, nadiesabe qué hay detrás del sueño eterno, tal y como lo conocemos los que aúngozamos de la respiración continua. De ahí el temor, la incertidumbre y latristeza que embarga la partida de alguien querido y no tan querido. Lamuerte está ahí, impávida e insolente al paso de las generacionse humanas.En la antigua Grecia el dios Hades custodiaba ese mar de muertos eternos delos que nadie se podía escapar, esperaba con ansiedad que las tres brujascortaran una y otra vez los delicados hilos de la vida. En Roma hasta unosdías antes de la aparición de Dante y su Divina Comedia se creía en uncielo, para los buenos, y un infierno, para los malos, como toda lacristiandad. Poco después reformularían la Biblia con la aparición de latesis del purgatorio. Para otras culturas existe la escalera hacía ladivinidad donde cada escalón es una vida.
Infinidad de respuestas para multitud de preguntas referentes a la muerte.El hombre la huye porque no la conoce. Trata de vivir ignorándola pero éstase mantiene a nuestra estela esperando dar el zarpazo final. He ahí elrespeto que de la muerte siente el ser humano.
Ahora, me pregunto yo desde mi trinchera, ¿por qué algunos se toman lamuerte de otros tan a la ligera? No importa quién es, la muerte es lejanacuando no nos afecta. ¿Cuántas personas se toman realmente en serio el hechode que en estos momentos de la lectura de este post, han caído más de 10personas asesinadas en el mundo?, ¿Alguien piensa en los muertos de más alláde nuestro tejado?, los ocurridos el pasado verano en el Líbano, los de hoy,ayer y mañana en Irak, los que ocurren en las calles de Colombia y que noson a causa de la guerra entre Gobierno y Guerrilla.
Cada día ocurren sucesos que no están bajo nuestro control, pero no por esodejan de ser responsabilidad de este colectivo del que pertenecemos y queresponde al nombre de civilización. Ergo si hacemos parte de él, algotendremos que ver en lo que ocurre.
Por eso, cuando una persona a una gran edad, arropada por su familia,querida por la totalidad de su pueblo y que ha mantenido una excelente saludy apreciable calidad de vida hasta sus últimas horas, recibe ese triste peronatural zarpazo de la muerte me queda un buen sabor de boca. Es totalmentetriste la muerte, pero siempre doy gracias cuando es una buena muerte. Nosabemos qué habrá después, aunque algunos nos lo quieran avisar con tresgolpes en una puerta desierta, pero podemos apreciar y dar gracias cuandoalguien en este mundo cruel muere de una forma tan digna y tan arropada.

Comentarios:
No me gusta ponerme trascendental porque puedo caer fácil en incoherencias. Sin embargo yo también me pongo a pensar en la muerte a veces, en la mía y en la de los demás. Por lo general digo "no me voy a dar mala vida", eso y más pienso siempre. No sé porqué no me afecta la muerte del lejano, pero no es el dolor y la tristeza la única forma de ser afectado; el simple hecho de imaginar porqué muere el otro ya es un efecto.
Por lo que pienso y por lo que nunca llegaré a saber en vida, recuerdo las palabras de Acángana. "Esta vida yo me la gozo aunque tenga siete más".
 
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